martes, 6 de septiembre de 2016

Primer día. Rumbo a Suecia



El viaje se desarrolló sin problemas, más allá de los esperados nervios de más de uno: la primera vez en un avión a tan larga distancia impone respeto. Y las vistas desde el aire, a pesar de la oscuridad, también impresionaban. 



Risas en el avión, caras nerviosas, fotos para recordar el momento: los ocho estudiantes van haciendo piña para convertirse en un equipo de trabajo, en un grupo de compañeros que permanecerá junto a lo largo del trayecto y que trabajará hombro con hombro para sacar el máximo provecho al proyecto. 



La primera sorpresa en Suecia la depara el paisaje aéreo: nada que ver con el perfil cobrizo de Andalucía, ni sus extensiones de cultivo. Un archipiélago de islas y unos bosques frondosos muestran la distancia geográfica que nos separa, y una relación con la naturaleza diferente a la nuestra.




Una temperatura agradable de 20º C nos recibe en Gotemburgo; nada que ver con los 40º C de Sevilla, así que el cambio se agradece con creces: lo que para ellos es un verano sofocante, para nosotros es una liviana primavera. Peter, el coordinador sueco, nos recibe en el aeropuerto con dos profesores más. Una cálida acogida y la alegría de encontrarse con alguien que, con el paso de estos meses de contacto, preparación y trabajo, se ha convertido en un amigo también. No solo nuestros chicos y chicas establecen nuevos lazos de amistad en otros países: también es enriquecedor para los profesores, que descubren con el trato de profesionales europeos nuevas maneras de pensar, de organizar la educación y de enfrentarse al mundo.

Camino del instituto, en un paseo de unos 25 minutos en coche desde el aeropuerto. Acostumbrados a las señales de tráfico de peligro que advierten del paso de animales domésticos o de animales en libertad (la silueta de la vaca y del ciervo), nos sorprenden las variantes locales: peligro por el paso de renos. De hecho, Peter nos explica que es la principal causa de accidentes en Suecia: de nuevo una diferencia llamativa si lo comparamos con nuestro país. ¿Nos imaginamos que el atropello de animales fuera la causa más importante de accidentes en España?



El instituto se encuentra en una calle muy céntrica, y está repartido entre dos edificios: en la primera y segunda planta del nº 25, y en la tercera y cuarta planta del nº 46. Alrededor, tiendas, comercios y cafeterías. Ya explicamos esta peculiaridad del instituto cuando lo presentamos el noviembre pasado: ved si no la captura de pantalla de Street View de google donde la puerta del centro pasa totalmente desapercibida al lado de una tienda.


Gracias a los beneficios de las redes sociales, el primer contacto en el instituto fue muy positivo, pues nuestros estudiantes habían contactado con los chicos y chicas suecos por facebook y twitter, aparte de que algunas de las estudiantes que nos visitaron en febrero siguen formando parte del proyecto; eso facilitó mucho el encuentro, además de suponer un reencuentro con las compañeras italianas y alemanas. Era como volver a ver a unos viejos amigos que hacía meses que no veías. 

Siguiendo el horario del centro, el grupo ha pasado a almorzar en el comedor. En Suecia, la comida es gratuita para los estudiantes, que no pagan nada por comer a diario en el instituto. Nos hemos adaptado a las costumbres locales y hemos hecho un almuerzo temprano a base de ensalada, arroz, maíz, alubias y algo de pollo. 

Luego, cada estudiante ha debido adaptarse al horario de su hospedador; aquí los alumnos y alumnas no tienen todos el mismo horario. Dependiendo de sus asignaturas y de las optativas, unos pueden salir a las 2, o a las 5, dependiendo de la carga curricular. Por ese motivo, nuestros ocho estudiantes han tenido que esperar a que su pareja saliera de clase para ir a la casa donde van a vivir durante cinco días. Unos han repetido experiencia y se alojarán en la casa de la chica que recibieron en febrero; para otros va a ser un reto completo, pues se trata de nuevas caras y de un entorno por descubrir, además de costumbres diferentes. 

La ciudad de Gotemburgo, a pesar de tener una población de medio millón de habitantes y de ser la segunda ciudad más grande de Suecia, es una ciudad que dispone de un desarrollo urbanístico extenso, con edificaciones de tamaño medio y una importante presencia de parques y zonas verdes. El mar, por supuesto, también forma parte esencial de su paisaje, y la ciudad se extiende por encima del archipiélago de islas que integran la ciudad, ocupando  ambos márgenes de la desembocadura del río Göta älv.




También los canales juegan un papel destacado en el entramado urbanístico de la ciudad, y es un espacio idóneo para pasear y moverse en bicicleta. Según nos cuentan, hay calles donde el peatón y la bicicleta tienen prioridad absoluta sobre el coche, y los conductores lo respetan a rajatabla. ¡A Javier le cuesta imaginar que nosotros en Sevilla tuviéramos la misma paciencia frente a bicicletas y peatones!


Después de la comida, hemos tenido un curioso momento de inmersión cultural. Hemos tenido el "fika". ¿Y qué es el "fika"? Pues la pausa del café, un ritual parecido al té de los ingleses, en la que uno desconecta del trabajo por unos minutos, charla con los compañeros delante de una taza de café caliente. De hecho, existe en el instituto un "fika room" o habitación para el "fika" donde los profesores charlan relajadamente durante unos minutos; al parecer, está extendido por todo el país y las empresas también respetan esta pausa que constituye parte de la esencia cultural sueca; incluso algunos expertos sostienen que mejora la productividad pues permite una pequeña distensión en la parte final de la jornada, haciendo que tras la pausa se retome el trabajo con mayor energía. 


Ha sido un día largo, con apenas descanso durante la noche, y hemos llegado sin contratiempos a nuestro destino, donde la luz es diferente y los paisajes enigmáticos. Hoy ha sido la toma de contacto, el tiempo para los reencuentros y las presentaciones; ahora toca respirar, coger aire y decir: "Ya hemos llegado". Ha llegado el momento de descansar y reponer fuerzas, porque mañana comienza de verdad el trabajo. Y hay que estar al 100%.

Pero quedémonos un momento más sentados, contemplando la vista de la ciudad desde arriba... Porque parece mentira que de verdad estemos aquí. Por fin.




  

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