domingo, 18 de septiembre de 2016

Decimotercer día. La visita a Nuremberg


El sábado estaba planificado como día de actividad libre, y cada grupo podía decidir cómo lo aprovechaba. Cerca de Amberg se encuentra la ciudad de Nuremberg, a unos 70 km de distancia. Es una de las ciudades más destacadas de la región, y pensamos que sería una buena idea visitarla. Además, gracias a los pases de interrail que ya teníamos, el viaje en tren no nos supondría coste ninguno.

La mayor parte de la delegación italiana (profesoras incluidas) se unió a la propuesta, y también los profesores suecos decidieron venir. A pesar del día lluvioso, no se nos quitó las ganas de conocer otro rincón de la región de Baviera; tras un viaje de menos de una hora llegamos a la ciudad.


La iglesia de San Sebaldus, cuya silueta podéis ver también en la primera fotografía, nos sorprendió por su altura; sus torres son uno de los puntos más alto de la ciudad. La iglesia alberga un órgano histórico, y su puesto de organista, de gran prestigio social, ha sido ocupado en le pasado por músicos de renombre como Wecker o Pachelbel.



Visitamos el Castillo, que se compone de tres zonas: el Castillo Imperial, los edificios pertenecientes al Burgraviato de Nuremberg (un estado que perteneció al Sacro Imperio Romano Germánico desde el siglo XII hasta el XV), y los edificios municipales de la antigua ciudad imperial. Se trata de una de las fortificaciones medievales más importantes y mejor conservadas de Europa. En las fotografías se puede ver el Tiefer Brunnen en primer término ("pozo profundo", edificio de madera con tejado a dos aguas), y al fondo, la Torre Sitwell. 





Coincidiendo con nuestra visita a la ciudad, Nuremberg estaba de fiesta, lo que nos permitió ver un ambiente distinto en la ciudad: mucha gente en la calle, en los bares y restaurantes, de compras, sin que el mal tiempo pareciera afectarles. En los países de Europa el mal tiempo no es impedimento para celebrar y divertirse, pues no pueden depender de los días despejados para salir. En eso nos diferenciamos bastante, pues ya sabemos que nosotros, acostumbrados al clima liviano de Sevilla, preferimos quedarnos en casa cuando hace mal tiempo porque sabemos que a los pocos días cambiará el tiempo: un privilegio con el que no todo el mundo puede contar.

Los chicos y chicas tuvieron libertad para comer donde quisieron, y a las dos de la tarde quedamos de nuevo todos juntos. La mayoría necesitaba un descanso, y volvieron en tren a Amberg. Un pequeño grupo compuesto por Diego, Virginia, María, Alba, Conchi y Elena prefirió quedarse un poco más en la ciudad y merendar crêpes recién hechos (¡una opción tentadora!). Tras esas horas en Nuremberg el pequeño grupo volvió a Amberg en torno a las 4, porque a las siete de la tarde estaba prevista la cena de despedida en un restaurante a las afueras de la ciudad.






Con tiempo suficiente para descansar, ducharse y cambiarse de ropa, las cuatro delegaciones con todos sus estudiantes y profesores se reunieron para cenar y decir adiós a la bellísima Baviera que tanto nos ha ofrecido y de la que tanto hemos podido aprender en estos días. Dejamos atrás Amberg, de la que partimos hoy, y nos toca despedirnos de una segunda familia que nos ha acogido con el mismo cariño y atención que en Suecia.

Enfilamos la recta final de nuestro viaje; hoy partimos rumbo a Bergamo, la etapa italiana del trayecto. Un pellizco en el estómago nos recuerda que quizás pase tiempo hasta que volvamos a ver a estos nuevos amigos que dejamos aquí; pero afortunadamente algunos de ellos siguen con nosotros, montados en el tren.

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