domingo, 25 de octubre de 2015

La reunión transnacional en Bérgamo (21 - 23 de octubre de 2015)


El lunes 20, después de las clases, cogimos el avión a las 20.30 en Sevilla en dirección Bergamo. Cuando llegamos, el cambio de temperatura fue lo primero que nos sorprendió; frente a los 20º C de nuestra ciudad, en la puerta del aeropuerto, mientras esperábamos el autobús que nos llevaría al centro de la ciudad, el termómetro marcaba 7º C.

La ciudad estaba desierta. Ni un alma cuando llegamos a la parada final del autobús, junto a la estación de tren y autobuses, a escasos metros del instituto. Eran las doce menos cuarto de la noche, y parecían las cinco de la madrugada. Solo el ruido de nuestras maletas rompían el silencio de la noche. Recorrimos el Viale Papa Giovanni XXIII para llegar a Via Zambonate, donde estaba nuestro B&B, sin cruzarnos con nadie. El dueño, Gabriele, nos esperaba despierto para darnos las llaves y las instrucciones para el desayuno. Nos fuimos a la cama muy cansados, y dispuestos para la intensa jornada del día siguiente.

Virginia, la coordinadora de la Erasmus +, había preparado una agenda muy ordenada y completa para los dos días de trabajo. Habíamos quedado a las 8.30 en el instituto, y como se ve en la foto superior, llegamos a la puerta al mismo tiempo que nuestros compañeros suecos, a los que aún no conocíamos: Peter y Angela.  Virginia estaba ya dentro, y con ella su compañera Lina. Un poco después llegaron los alemanes, Joseph y Tanja, y comenzamos nuestra reunión.



Por indicación de nuestra Agencia Nacional y también de la Agencia Sueca, repasamos la solicitud (las 44 páginas que presentamos a finales de marzo con toda la información del proyecto) para aclarar cualquier punto que no hubiera quedado claro y fijar nuestros objetivos. Fue un proceso largo que interrumpimos a las 11.30 para tomar café con la directora del instituto Vittorio Emanuele y conocer el interior del centro acompañados por algunos de sus profesores. Visitamos el Aula Magna, dotada de una gran pantalla que permite realizar video-conferencias y proyectar películas.



Continuamos la revisión de la solicitud hasta la 1.30, momento en que se fijó el almuerzo (algo tardío para los horarios europeos). Nuestros anfitriones nos llevaron a la Città Alta en teleférico para comer en un pequeño restaurante donde pudimos disfrutar de platos de la región y un café antes de bajar de nuevo al instituto y continuar con la revisión. 



La discusión se mantuvo hasta las seis de la tarde, hora en la que se cerraba el instituto. Ya no quedaban alumnos en él desde hacía horas, pero estábamos contentos pues habíamos concluido la revisión de la solicitud con el consenso de todos los socios participantes. Habíamos además avanzado en otras cuestiones, como el acuerdo sobre el calendario de las movilidades: nuestros compañeros nos visitarían la primera semana de febrero de 2016, mientras que la segunda movilidad tendría lugar entre el 4 y el 24 de septiembre de 2016. 

Virginia había preparado una cena en el Baretto di San Virgilio, en la zona más alta de la Città Alta a la que se accedía a través de dos funiculares; fue una cena agradable y con mucho encanto en la que seguimos hablando de turismo, sostenibilidad, medio ambiente y los distintos sistemas educativos de nuestros países. Volvimos a pie desde allí a nuestros respectivos hoteles, quedando citados de nuevo a las 8.30 del día siguiente.



A la mañana siguiente, en una larga sesión de trabajo, redactamos el acuerdo de colaboración a partir del borrador que habíamos trabajado en semanas previas. Lo firmamos y pusimos fin a la jornada de trabajo. Esa tarde los organizadores italianos habían previsto una visita a una exposición de Malevich en la Galería de Arte Moderno y Contemporáneo (GAMeC), a la que acudimos los españoles, uno de los alemanes y la organizadora italiana: después del almuerzo nuestros compañeros preferían descansar. La muestra merecía la pena, y pudimos ver una obra maestra como es La  carga de la caballería roja.



Esa tarde nos despedimos de nuestros compañeros, a los que no podríamos volver a ver a la mañana siguiente: salíamos desde distintos aeropuertos y a distinta hora. Nuestro vuelo partía a las 16.00, lo que nos dejaba algo de tranquilidad por la mañana. Nos despedimos con cariño de todos, sabiendo que los volveríamos a ver en febrero, a excepción de Angela, que cambiaba de centro en noviembre y no podría acudir a la primera movilidad, aunque prometía vernos en Gotemburgo el próximo septiembre.

La mañana siguiente nos permitió pasear por el centro de la ciudad, disfrutar de sus cafés y su agradable ambiente otoñal, y despedirnos de la Piazza Vecchia,  de la que Le Corbusier dijo que no movería ni una piedra porque era perfecta...



Lo que nos ha quedado claro es que nuestro instituto estaba destinado a ir la ciudad de Bérgamo, pues hemos encontrado continuos guiños de la ciudad a nuestro centro. La cafetería que aparece de fondo en la siguiente foto es una muestra de ello.








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